La educación es un poderoso motor de desarrollo y uno de los instrumentos más fuertes para reducir la pobreza y mejorar la salud, la igualdad de género, la paz y la estabilidad.
Según el Banco Mundial, hay unos 260 millones de niños siguen sin asistir a la escuela primaria y secundaria. En el mundo, nueve de cada 10 niñas completan la escuela primaria, en los países de ingreso bajo, menos de dos tercios de las niñas termina la escuela primaria, y solo una de cada tres completa el primer ciclo de la escuela secundaria.
Por ello, garantizar la educación primaria universal ya no es suficiente de modo alguno, puesto que los beneficios de la educación son mucho mayores en los niveles secundario y terciario.
La educación secundaria universal para las niñas como meta de los Estados, podría eliminar prácticamente el matrimonio infantil y reducir de manera importante la maternidad prematura (tener el primer hijo antes de los 18 años). Por último, tendría grandes beneficios para los niños pequeños, como reducir la mortalidad de los menores de 5 años y la malnutrición.

 

 

¿POR QUÉ LAS NIÑAS ABANDONAN LA ESCUELA?

Cuando se pregunta a los padres en las encuestas porqué sus hijas abandonan la escuela, surgen como primeras respuestas cuestiones vinculadas con el costo de la educación.
Pero en realidad son los roles de género los que afectan la capacidad de las niñas de permanecer en la escuela, los padres consideran que las hijas mujeres se casarán y serán amas de casa y por lo tanto es un gasto innecesario enviarlas a la escuela secundaria.
Ser la hija mayor o única mujer de hermanos varones, disminuye aún más las probabilidades de una niña de ir a la escuela porque muchas veces se espera que las hijas mayores no abandonen la casa paterna quedando al cuidado de sus padres hasta el fin de sus días o bien de hermanos con discapacidades.
En la Argentina las responsabilidades de cuidado recaen en mujeres y niñas en forma mayoritaria. Frente a otros actores sociales, primariamente son las mismas familias quienes asumen las tareas de cuidado y especialmente las mujeres asumen las tareas domésticas y de cuidado no remuneradas.
A su vez, las mujeres con hijos que tienen menos ingresos son las que tienen mayor carga de cuidado pues al no poder acceder a espacios privados, dependen de la oferta pública de guarderías y jardines maternales, la cual es siempre insuficiente.
Se asume que la mujer es la cuidadora primaria. Incluso, cuando puede delegar el cuidado, la que asume el rol es otra mujer.
Aun en los estratos medio con acceso a cobertura de salud prepaga, se han dado situaciones donde al requerirse acompañante terapéutico para un miembro de la familia, el mismo era proporcionado solo si la persona vivía con un varón, en cambio era denegado si en la casa habitaba una mujer por considerarlo innecesario. Situaciones como ésas han sido judicializadas.

LA FEMINIZACIÓN DE LA POBREZA ES OTRO FACTOR QUE DESALIENTA LA EDUCACIÓN EN LAS NIÑAS.
Según la Res. de la ONU sobre seguridad alimentaria de 23-05-2022, si bien las mujeres aportan más del 50 % de los alimentos producidos en todo el mundo, representan también el 70 % de las personas que padecen hambre en el mundo, y por el hecho de que las mujeres y las niñas se ven desproporcionadamente afectadas por el hambre, la inseguridad alimentaria y la pobreza, debido a la desigualdad de género y la discriminación, y que en muchos países la probabilidad de morir de malnutrición y de enfermedades infantiles prevenibles es dos veces mayor entre las niñas que entre los niños y el número estimado de mujeres que sufren malnutrición casi duplica el de hombres.

Por su parte la violencia simbólica se ha constituida a través del tiempo en el factor de sostén y estructuración de la sociedad androcéntrica, a través, principalmente de la publicidad y de los estereotipos femeninos adoptados en series y telenovelas.

Si bien lo explicamos en otro artículo, nos limitaremos a señala aquí muy enfáticamente, que para esta estructura de pensamiento existen dos modelos de mujer, el ama de casa y madre por un lado, y por otro la mujer bomba-sexy, para ninguno de los dos modelos es necesario poseer estudios.
¿Sin embargo y a pesar de todo, el haber accedido a estudios secundarios o superiores libera realmente a la mujer?
A principios del siglo XX era socialmente aceptado que la mujer estudiara el secundario para trabajar como maestra, sin embargo las condiciones laborales de las maestras eran de un tenor esclavizante, humillante e inaceptable, puesto que el Estado disponía de la vida privada de la mujer a través de imperativos que, de no ser respetados, la llevarían a perder su trabajo. Aquí vemos un modelo del contrato de maestra que regía en Argentina en el año 1923.

Tales condiciones no se aplicaban a los varones.

 

LA DESIGUALDAD LABORAL DE LA MUJER PROFESIONAL

A pesar de los significativos progresos durante el siglo pasado, las mujeres todavía están muy lejos de lograr la igualdad de género en el lugar de trabajo. En muchas partes del mundo, las mujeres todavía están atrapadas en trabajos poco calificados, incluso trabajan más horas y perciben una remuneración menor.
Según una estadística de la Organización Internacional de Trabajo, la brecha laboral en Argentina, para 2015 era de 70,3 % varones contra 44.4% mujeres, (posibilidades de conseguir empleo).

 

PUNTUACIÓN MIG: EXPLICACIÓN DEL MÓDULO DE IGUALDAD DE GÉNERO

Para contrarrestar el desequilibrio de poder y crear condiciones para la igualdad y la inclusión la OIT puso a disposición un módulo de score para medir la igualdad de género laboral que toma cinco parámetros: igualdad de voz, contratación inclusiva, igual salario por trabajo de igual valor, clima laboral y armonía entre el trabajo y la vida.
Además de la discriminación que lleva a la mujer a no percibir igual salario que el varón por igual tarea y con las mismas cualificaciones –llámese títulos de grado y de posgrado obtenidos incluso en Universidades altamente calificadas, experiencia, etc- , es sabido que la mujer registra además múltiples experiencias de diferentes tipos de acoso, pues está sujeta a las diversas formas de opresión de género construidas históricamente por lo que además de la discriminación laboral, soporta con mayor frecuencia violencia o acoso sexual en su lugar de trabajo

En los ambientes laborales subyacen aún mecanismos patriarcales cuyo origen radica en la organización familiar y social basada con una ideología androcéntrica jerarquizada. Este mismo orden patriarcal es el que permea las relaciones laborales. La violencia laboral atenta contra los derechos humanos, el trabajo digno y la integridad de las personas.

En Argentina, si bien existen políticas para eliminar la violencia laboral y el acoso en mujeres, -y estamos hablando de mujeres profesionales-, el abuso de poder es una problemática laboral que ha sido recogida y expuesta por el Convenio 190 de la Organización Internacional de Trabajo que Argentina ha ratificado. Allí se define por “violencia y acoso por motivos de género” toda violencia y acoso dirigidos a personas debido a su sexo o género, o que afectan de manera desproporcionada a personas de un sexo o género en particular, e incluye el acoso sexual.

 

ACCESO A LOS ESTUDIOS SUPERIORES

En Argentina se puede hablar de un proceso paulatino de «desgenerización» de las carreras universitarias. En efecto, según un estudio reciente limitado a la Universidad de Buenos Aires, la proporción de mujeres graduadas con respecto a la de varones se duplica cada 15 años. En la actualidad y para el caso de la Argentina, las únicas carreras que siguen siendo mayoritariamente masculinas son ingeniería, con un 78% de estudiantes varones y agronomía, con un 68%. Sin embargo persiste la discusión sobre la mujer y las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación) pues se considera que las mujeres son tecnófobas o que los varones son mejores en el uso de herramientas informáticas pues el estereotipo dominante sostiene que la tecnología no es acorde con la “intuición femenina”.
El acceso de las mujeres a los estudios superiores constituye una importante conquista histórica. No obstante, algunos estudios realizados acerca de mujeres profesionales en la Argentina, demuestran que el pasaje por la universidad, si bien incrementa el capital cultural y actúa como un importante ámbito de socialización, contribuye poco a la adquisición de capacidades para la incorporación activa de la mujer a la vida laboral, política y social.
Afortunadamente, los Estudios de la Mujer y/o del género están revisando profundamente los saberes que brinda la universidad, y poco a poco incorporan contenidos que transforman radicalmente el bagaje conceptual de todas las disciplinas. En la Universidad de Buenos Aires las mujeres están sub-representadas en la categoría de profesor titular y en el gobierno de la institución.
No podemos dejar de mencionar aquí a la Dra. Cecilia Grierson, primera médica argentina, graduada en 1889, pese a haber sufrido todo tipo de descalificaciones de sus profesores y compañeros de estudio. Fue la primera mujer en obtener el título habilitante de cirujana pero se le negó la posibilidad de ejercer como tal debido a su condición de mujer. Se desempeñó como obstetra y kinesióloga llegando a publicar libros sobre tales especialidades.

 

LA LEY DE CUPO FEMENINO NRO. 24.012 Y LA LEY Nº 27.412 DE PARIDAD DE GÉNERO EN ÁMBITOS DE REPRESENTACIÓN POLÍTICA.

La Ley de cupo femenino sancionada en 1991 fue la primera en su tipo en América Latina, determinaba que un 30% al menos de las listas de candidatos en las elecciones fuera ocupado por mujeres, causó gran impacto en la elección de Diputados y Senadores. En 2017 fue reemplazada por el sistema de paridad de género en los órganos legislativos. En general y a largo plazo, estas leyes han tenido impacto positivo al permitir a la mujer a acceder a los cuerpos legislativos y participar en las Comisiones Internas, además se ha incrementado el tratamiento de temas vinculados con la problemática femenina.
Un estudio realizado por ONU MUJERES reveló que a nivel global, menos de uno de cada cinco miembros de parlamento es una mujer.
En un artículo publicado en El País el 6 de septiembre de 2022, la Secretaria Ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujeres de la Organización de Estados Americanos (OEA), Alejandra Mora, revela que en América Latina, las mujeres solo ocupan el 15% de los cargos directivos y son dueñas apenas del 14% de las empresas. Solo hay tres mujeres Presidentas en más de 30 países.

 

LA SITUACIÓN DURANTE LA PANDEMIA. LAS MUJERES FUERON LA PRIMERAS EN SALIR DEL MERCADO LABORAL Y LAS ÚLTIMAS EN VOLVER.

Sabido es que la falta de un sistema integral de cuidados sobrecarga a las mujeres, y la pandemia agravó aún más las brechas de género de las tareas domésticas no remuneradas debido a que fueron las mujeres las que asumieron gran parte de ellas. De acuerdo con un informe de UNICEF Argentina, el 85% de los chicos que recibieron tareas escolares durante el aislamiento social de 2020 dijo que recibió apoyo por parte de sus madres para realizar sus deberes.
La tasa de deserción escolar de las niñas ha sido mucho más importante desde el comienzo de la pandemia que la de los varones. Como hemos dicho las niñas se enfrentan a una mayor presión para dar prioridad a tareas domésticas y al cuidado familiar.

 

ENCUESTA DE USO DE TIEMPO EN PANDEMIA DE GROW-GÉNERO Y TRABAJO

Según esta encuesta, las mujeres con relación a los varones dedican dos horas más al cuidado de niños, destinan una hora más a acompañarlos en sus tareas escolares y una hora más en cocinar/limpiar. Los varones con relación a las mujeres duermen una hora más por día, dedican una hora y media más al trabajo remunerados, realizan una hora más de actividades destinadas al ocio.
En promedio, las mujeres le dedican a las tareas de cuidado y domésticas no remuneradas diez horas y media por día, mientras que los varones destinan un poco menos de 7 horas.
La presidenta de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer -FEIM-, Mabel Bianco, explica: “En muchos casos las mujeres separadas o madres solas del sector medio tienen más dificultades para sostenerse en este contexto porque no pueden pedir la ayuda familiar del Estado. Aunque no tengan ingresos, si tienen bienes no se la dan. Las (mujeres) que realizan tareas consideradas esenciales o tienen la posibilidad de trabajar desde sus casas pueden sostener su economía en este contexto de pandemia, pero se tienen que hacer cargo solas de las tareas domésticas y del cuidado de sus hijos”.

Según un documento que difundió la FEIM en 2020, la pandemia hizo retroceder en casi diez años los avances en materia de igualdad de género en el mercado laboral. En Argentina en el primer trimestre 2020, cuando todavía no había iniciado la cuarentena, el promedio de participación de las mujeres era de 5 cada diez hombres, en el segundo trimestre la participación de la mujer era de un 30% menos que los varones. En las posiciones de mayor jerarquía, las mujeres ocupan dos de cada diez puestos de mayor posición.

Gala Díaz Langou, directora de Protección Social de CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento), considera que todos los efectos que tiene la pandemia amplían las desigualdades: “El cuidado no se repartió de forma equitativa. Las mujeres tienden a absorber las tareas domésticas salvo las compras del supermercado, que quedó mayormente en mano de los varones. En estas condiciones, es más probable que las mujeres sean las primeras en salir del mercado de trabajo ante la contracción económica y las últimas en volver”. (Fuente CIPPEC)

Sumada a la ya de por sí situación disvaliosa en que se encuentra la mujer en toda sociedad patriarcal, donde la estructura condensa y naturaliza los valores y normas androcéntricas instaurados por las generaciones previas, la pandemia ha profundizado la feminización de la pobreza, la subalternidad y el silenciamiento.

 

 

 

OTRAS SUBJETIVIDADES FEMENINAS EL COLECTIVO TRAVESTI- TRANS

El colectivo trans se enfrenta con una problemática aún mayor, ya que su situación es de discriminación estructural. En efecto, no solo sufren discriminación en la escuela, que en la mayoría de los casos la deben abandonar a edades muy jóvenes, sino que también son personas discriminadas en su hogares y muchas veces incluso expulsadas.

En 2020 el Bachillerato Popular Travesti-Trans Mocha Celis y el Centro de Estudios Legales y Sociales -CELS- emitieron un Comunicado Conjunto en donde denunciaban la situación de acceso precario a la vivienda, a la alimentación, la salud y el trabajo, como así también la violencia institucional de que son objeto las personas de este colectivo mediante hostigamiento policial, detenciones y violación de la Ley de Identidad de Género por parte de las fuerzas policiales. En efecto, solo el 9% de ese colectivo está inserto en el mercado laboral formal y un altísimo porcentaje ni siquiera accedió a una entrevista de trabajo. El cupo laboral en la administración pública para personas travestis, transexuales y transgénero lamentablemente no se está cumpliendo, desde julio de 2021 que se promulgó la Ley 27.636 de Cupo e Inclusión Laboral Travesti, Trans y No Binario, que estableció una reserva del 1% de la planta de la Administración Pública Nacional a un año de la promulgación de la Ley, se ha cumplido solo un 5.64% de dicho cupo. Por su parte, además, el sistema de salud pública está basado en un paradigma binario y trans-excluyente.

En una entrevista brindada por la Dra. Victoria Carrara a Radiko-Club de Pensamiento, con respecto al acceso a la educación universitaria del colectivo trans manifestó: “Hace cinco años que doy clases de Derecho en la UBA y hasta ahora no he tenido ninguna alumna trans ni travesti. Porque no solo está la discriminación sino que eso también se transforma en una barrera mental para la persona que se convence de que “no puede” y que debe permanecer en la clandestinidad”.
A pesar de haber sido proclamada la igualdad ante la ley de todos los seres humanos, el colectivo femenino, a nivel global, continúa estando sub-representado en instituciones públicas, políticas y casas de estudio superiores, así como en puestos de dirigencia empresarial. Según una encuesta de la ONU, publicada en el diario inglés The Guardian en 2020, el 90% de la población -91% de los hombres y el 86% de las mujeres- nutre por lo menos un prejuicio con relación a la mujer en temas de derechos políticos, económicos y reproductivos. Aún para quienes han accedido a la educación superior, la conciliación de la vida familiar y profesional continúa siendo el principal escollo de aquella igualdad tan pregonada.

Los roles de género, la violencia de género y la feminización de la pobreza se constituyen aún hoy en factores centrales en la discriminación de las subjetividades femeninas. La desigualdad de género es una forma anacrónica pero persistente de desigualdad, y es hoy de cara al futuro uno de los mayores desafíos del Antropoceno.